sábado, 22 de marzo de 2014

Línder...

El perro de mi abuelita Panchita era muy bravo. Se llamaba Línder. Un día le tiró a la cara de un vecino que trató de saludarla, (bipolar, el pobre). Mi abuelita solía sacarlo para que la acompañara cada vez que iba a la pulpería por una de las tantas viejas calles de la Guaira. Allí había una gata a la que Línder no podía ni ver. Cada vez que medio aparecía, se disparaba a corretearla con ferocidad y la pobre gata sólo terminaba encaramada en quién sabe dónde para ponerse a salvo. Un día, Línder se lanzó a su acostumbrada persecución sobre la gata, y la acorraló. Le mostró sus colmillos y parecía que ya todo estaba decidido... Acto seguido, la gente no había terminado de pestañar cuando la gata estaba cabalgando sobre un Línder esmachetado y con el único soporte de sus uñas clavadas sobre el lomo de éste. ¿Conclusión? Mi abuelita siguió yendo a la pulpería, pero Línder... Línder nunca más quiso pasar por allí :|

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